sábado, 20 de mayo de 2017

RENUNCIA MENTAL


“LA RENUNCIA MENTAL COMO HERRAMIENTA PARA SER MÁS FUERTES EMOCIONALMENTE”.
Resumen de la conferencia de 
Rafael Santandreu en Can Déu el 30/05/2011.



La renuncia mental es algo muy bueno para nuestra salud mental. En la renuncia hay un gran poder para sanar nuestra cabeza. Cuando hablamos de renuncia nos suena a religión y de hecho los monjes van con túnicas porque renuncian a las ropas, van descalzos porque renuncian a los zapatos, se cortan el pelo porque renuncian a tener pelo… Los filósofos griegos también  hablaban de la renuncia.

El gran problema por el cual estamos infelices, ansiosos, deprimidos… es porque nos exigimos mucho. Tengo que…, nos ponemos exigencias sobre nosotros mismos, también sobre los demás y sobre la realidad: “Los trenes deberían llegar a tiempo, especialmente cuando los cojo yo…” La realidad es como es y está bien que sea así. Cuando nosotros nos ponemos tantas exigencias empezamos a tener un diálogo interno del siguiente estilo:

-       “Debo hacer las cosas bien, la gente me debe tratar bien, todo me debe salir bien”.

-       “Me gusta tanto, tanto que lo necesito para vivir y si no lo tengo no lo puedo aguantar”.

Es importante no necesitar, desear está bien pero no necesitar: “Deseo un Ferrari, pero no lo necesito”. El problema está cuando se necesita. Lo único que necesitamos es la comida y la bebida del día, una vez tenemos cubierto eso todo lo demás son extras.
Se trata de necesitar poco. No sólo no tenemos que necesitar las cosas materiales, también lo no material. No necesitamos a nadie que nos ame, no necesitamos ser listos, no necesitamos tener amigos… “Me gustaría tener amigos pero no los necesito”. No nos pone mal el hecho de no tener amigos sino lo que nos decimos a nosotros mismos sobre no tener amigos: “Como no tengo amigos o pareja, nadie me quiere y me lo merezco”.

La clave de la salud mental es necesitar poco, desear pero no necesitar. Cada vez que nos creamos una necesidad nos hacemos daño a nivel psicológico porque si no tengo eso que necesito tanto, lo voy a pasar muy mal. Y lo que es curioso, que si consigo eso que estoy necesitando tanto, cuando lo consiga, tampoco voy a estar bien porque no voy a soportar la idea de perder eso que he conseguido y voy a poner mucha tensión en todo, aparecerán los celos o hipercelos…

“Sólo podemos disfrutar de lo que podemos prescindir, si creo que no puedo prescindir ya no puedo disfrutar”.

Por ejemplo nos regalan un anillo de un millón de euros. Como anillo no nos sirve nos va a causar más problemas que otra cosa. Sólo podremos disfrutar cuando pensemos que si ese anillo se pierde tampoco sería tan grave. Cuando creemos que necesitamos algo tenemos un problema.

A veces nos decimos cosas como “Me lo tengo que pasar muy bien” y con este pensamiento podemos pasar unas vacaciones con mucho estrés y mucha tensión y disfrutando muy poco.

Las cosas que no tengo las puedo desear con moderación y las que tengo ser capaz de renunciar. Así por ejemplo, si pierdo el trabajo no lo veré tan grave porque podré ser igualmente feliz y cuando nuestro jefe nos haga alguna crítica no lo veremos tan grave.

Igualmente nos pasa con la pareja, si creo que necesito a mi pareja y tengo algún problema lo voy a exagerar porque pensaré que se tiene que arreglar o sí o sí y sacaremos el cañón contra nuestra pareja. No solucionaremos nada, habremos empeorado las cosas y el problema seguirá. En pareja los problemas se magnifican cuando crees que necesitas a la pareja. No hay nada mejor que practicar la renuncia mental.

Hay que renunciar mentalmente a casi todo, mentalmente puedo imaginarme que me despiden del trabajo, que pierdo mi pareja. Intentaré imaginarme que aunque me ocurriera todo eso yo aún podría hacer cosas maravillosas por mí y por los demás.
También es bueno renunciar a cosas psicológicas como ser listo, ser guapo, a la salud, a tener dolor, a estar cansado, a  la enfermedad que produce una gran molestia, a síntomas fantasmas que desarrollamos…

Hay que aceptar esos dolores, esas molestias, esos inconvenientes y darnos cuenta que aún podemos ser felices. Incluso esa molestia nos puede permitir descubrir otras cosas que teníamos olvidadas. Comprender que con ese dolor aún puedo hacer cosas maravillosas, entonces seguiré teniendo ese dolor pero ya no estará en un primer plano, por lo tanto nuestra vida mejora.

Hay que renunciar a estar bien, la renuncia la tenemos que hacer de cosas materiales, psicológicas y de la salud.

Un ejemplo de alguien que ha hecho esto es Sephen Hawking, él dice que era un estudiante mediocre y que nunca hubiera sido lo que es ahora si no le hubiera pasado lo de su enfermedad: “No podré hacer muchas cosas, pues más vale que me concentre en otras”.
Si el dolor tiene un significado el dolor disminuye. Cuando tenemos un dolor lo rechazamos y así lo que conseguimos es amplificarlo, lo podemos amplificar un 80% o más. Si practicamos la renuncia lo que hacemos es que lo bajamos físicamente y por tanto anímicamente no nos afecta tanto. Podemos intentar quitar el dolor con un especialista, pero en el caso que no desaparezca hay que aceptarlo y así nos servirá para mejorar nuestra vida en otros aspectos.

Siempre hay una parte psicológica del dolor. A veces tenemos recaídas y volvemos a estar mal y es porque estamos rechazando otra vez el dolor.

Tenemos por tanto que practicar la renuncia. Nos tenemos que visualizar renunciando a cosas. Hay una reflexión que está muy bien practicar que es “la reflexión del indigente”. Es reflexionar que siendo un indigente estaríamos bien porque podríamos hacer cosas maravillosas por mí y por los demás: Aprender, estudiar, cuidar mi cuerpo y mi mente, cuidar a mi familia… todo mental Es y así renunciamos a todas las cosas que tenemos. Esta reflexión va muy bien para no tener miedo a los temas relacionados con el trabajo, porque entonces tenemos claro que si pasara algo con el trabajo y lo perdiéramos podríamos ser igualmente felices. Es bueno practicar esta reflexión 20 minutos al día.
Todas las ansiedades vienen porque creemos que necesitamos algo y que no podemos prescindir de eso.

Si reflexionamos cuando nos pasa algo: “Voy a intentar arreglarlo pero si no pudiese arreglarlo, sea lo que sea, no sería el fin del mundo”. Practicando ésto nos calmamos y entonces ya estamos más relajados para buscar la mejor solución a nuestro problema y “si no se solucionara, no sería el fin del mundo, ya veríamos lo que hacemos, pero no va a ser el final”.

Tenemos muchos ejemplos de personas que sin nada pueden ser felices: los monjes budistas e hinduistas que dedicados sólo a la oración son súper felices, no necesitan estar entretenidos para estar bien.

Cuando nos relajamos y se nos va la ansiedad y la tristeza, entonces nos entran ganas de hacer cosas divertidas, sin miedo a que salgan mal, haces las cosas disfrutando.

En esta vida no hay que tenerle miedo a nada porque lo peor que nos puede pasar es que nos muramos y eso ya lo tenemos asegurado, por tanto no nos tenemos que preocupar de nada. Entonces es cuando nos relajamos y empezamos a disfrutar. La renuncia mental nos permite salir a la vida y jugárnosla.

Otro ejemplo de que no necesitamos nada para ser felices son las monjas de clausura, no tienen nada pero son muy felices. Si que tienen paz interior, gran dedicación a la espiritualidad, una gran amistad, hacen muchas cosas pero a un ritmo agradable, disfrutando… Son verdaderas profesionales de la renuncia. Nosotros tenemos que practicar la renuncia aún con más fuerza que los religiosos porque tenemos más a mano las necesidades y podemos caer en ellas más fácilmente.