“LA
RENUNCIA MENTAL COMO HERRAMIENTA PARA SER MÁS FUERTES EMOCIONALMENTE”.
Resumen de la conferencia de
Rafael Santandreu en Can Déu el 30/05/2011.
"QUEJARSE
ES INÚTIL Y UNA PÉRDIDA DE TIEMPO"
Stephen Hawking
La renuncia mental es algo
muy bueno para nuestra salud mental. En la renuncia hay un gran poder para
sanar nuestra cabeza. Cuando hablamos de renuncia nos suena a religión y de
hecho los monjes van con túnicas porque renuncian a las ropas, van descalzos porque
renuncian a los zapatos, se cortan el pelo porque renuncian a tener pelo… Los
filósofos griegos también hablaban de la
renuncia.
El gran problema por el cual
estamos infelices, ansiosos, deprimidos… es porque nos exigimos mucho. Tengo
que…, nos ponemos exigencias sobre nosotros mismos, también sobre los demás y
sobre la realidad: “Los trenes deberían llegar a tiempo, especialmente cuando
los cojo yo…” La realidad es como es y está bien que sea así. Cuando nosotros
nos ponemos tantas exigencias empezamos a tener un diálogo interno del
siguiente estilo:
- “Debo hacer las cosas bien, la gente me
debe tratar bien, todo me debe salir bien”.
- “Me gusta tanto, tanto que lo necesito
para vivir y si no lo tengo no lo puedo aguantar”.
Es importante no necesitar,
desear está bien pero no necesitar: “Deseo un Ferrari, pero no lo necesito”. El
problema está cuando se necesita. Lo único que necesitamos es la comida y la
bebida del día, una vez tenemos cubierto eso todo lo demás son extras.
Se trata de necesitar poco.
No sólo no tenemos que necesitar las cosas materiales, también lo no material.
No necesitamos a nadie que nos ame, no necesitamos ser listos, no necesitamos
tener amigos… “Me gustaría tener amigos pero no los necesito”. No nos pone mal
el hecho de no tener amigos sino lo que nos decimos a nosotros mismos sobre no
tener amigos: “Como no tengo amigos o pareja, nadie me quiere y me lo merezco”.
La clave de la salud mental
es necesitar poco, desear pero no necesitar. Cada vez que nos creamos una
necesidad nos hacemos daño a nivel psicológico porque si no tengo eso que
necesito tanto, lo voy a pasar muy mal. Y lo que es curioso, que si consigo eso
que estoy necesitando tanto, cuando lo consiga, tampoco voy a estar bien porque
no voy a soportar la idea de perder eso que he conseguido y voy a poner mucha
tensión en todo, aparecerán los celos o hipercelos…
“Sólo podemos disfrutar de
lo que podemos prescindir, si creo que no puedo prescindir ya no puedo
disfrutar”.
Por ejemplo nos regalan un
anillo de un millón de euros. Como anillo no nos sirve nos va a causar más
problemas que otra cosa. Sólo podremos disfrutar cuando pensemos que si ese
anillo se pierde tampoco sería tan grave. Cuando creemos que necesitamos algo
tenemos un problema.
A veces nos decimos cosas
como “Me lo tengo que pasar muy bien” y con este pensamiento podemos pasar unas
vacaciones con mucho estrés y mucha tensión y disfrutando muy poco.
Las cosas que no tengo las
puedo desear con moderación y las que tengo ser capaz de renunciar. Así por
ejemplo, si pierdo el trabajo no lo veré tan grave porque podré ser igualmente
feliz y cuando nuestro jefe nos haga alguna crítica no lo veremos tan grave.
Igualmente nos pasa con la
pareja, si creo que necesito a mi pareja y tengo algún problema lo voy a
exagerar porque pensaré que se tiene que arreglar o sí o sí y sacaremos el
cañón contra nuestra pareja. No solucionaremos nada, habremos empeorado las
cosas y el problema seguirá. En pareja los problemas se magnifican cuando crees
que necesitas a la pareja. No hay nada mejor que practicar la renuncia mental.
Hay que renunciar
mentalmente a casi todo, mentalmente puedo imaginarme que me despiden del
trabajo, que pierdo mi pareja. Intentaré imaginarme que aunque me ocurriera
todo eso yo aún podría hacer cosas maravillosas por mí y por los demás.
También es bueno renunciar a
cosas psicológicas como ser listo, ser guapo, a la salud, a tener dolor, a
estar cansado, a la enfermedad que
produce una gran molestia, a síntomas fantasmas que desarrollamos…
Hay que aceptar esos
dolores, esas molestias, esos inconvenientes y darnos cuenta que aún podemos
ser felices. Incluso esa molestia nos puede permitir descubrir otras cosas que
teníamos olvidadas. Comprender que con ese dolor aún puedo hacer cosas
maravillosas, entonces seguiré teniendo ese dolor pero ya no estará en un
primer plano, por lo tanto nuestra vida mejora.
Hay que renunciar a estar
bien, la renuncia la tenemos que hacer de cosas materiales, psicológicas y de
la salud.
Un ejemplo de alguien que ha
hecho esto es Sephen Hawking, él dice que era un estudiante mediocre y que
nunca hubiera sido lo que es ahora si no le hubiera pasado lo de su enfermedad:
“No podré hacer muchas cosas, pues más vale que me concentre en otras”.
Si el dolor tiene un
significado el dolor disminuye. Cuando tenemos un dolor lo rechazamos y así lo
que conseguimos es amplificarlo, lo podemos amplificar un 80% o más. Si
practicamos la renuncia lo que hacemos es que lo bajamos físicamente y por
tanto anímicamente no nos afecta tanto. Podemos intentar quitar el dolor con un
especialista, pero en el caso que no desaparezca hay que aceptarlo y así nos
servirá para mejorar nuestra vida en otros aspectos.
Siempre hay una parte
psicológica del dolor. A veces tenemos recaídas y volvemos a estar mal y es
porque estamos rechazando otra vez el dolor.
Tenemos por tanto que
practicar la renuncia. Nos tenemos que visualizar renunciando a cosas. Hay una
reflexión que está muy bien practicar que es “la reflexión del indigente”. Es
reflexionar que siendo un indigente estaríamos bien porque podríamos hacer
cosas maravillosas por mí y por los demás: Aprender, estudiar, cuidar mi cuerpo
y mi mente, cuidar a mi familia… todo mental Es y así renunciamos a todas las
cosas que tenemos. Esta reflexión va muy bien para no tener miedo a los temas
relacionados con el trabajo, porque entonces tenemos claro que si pasara algo
con el trabajo y lo perdiéramos podríamos ser igualmente felices. Es bueno
practicar esta reflexión 20 minutos al día.
Todas las ansiedades vienen
porque creemos que necesitamos algo y que no podemos prescindir de eso.
Si reflexionamos cuando nos
pasa algo: “Voy a intentar arreglarlo pero si no pudiese arreglarlo, sea lo que
sea, no sería el fin del mundo”. Practicando ésto nos calmamos y entonces ya
estamos más relajados para buscar la mejor solución a nuestro problema y “si no
se solucionara, no sería el fin del mundo, ya veríamos lo que hacemos, pero no
va a ser el final”.
Tenemos muchos ejemplos de
personas que sin nada pueden ser felices: los monjes budistas e hinduistas que
dedicados sólo a la oración son súper felices, no necesitan estar entretenidos
para estar bien.
Cuando nos relajamos y se
nos va la ansiedad y la tristeza, entonces nos entran ganas de hacer cosas
divertidas, sin miedo a que salgan mal, haces las cosas disfrutando.
En esta vida no hay que
tenerle miedo a nada porque lo peor que nos puede pasar es que nos muramos y
eso ya lo tenemos asegurado, por tanto no nos tenemos que preocupar de nada.
Entonces es cuando nos relajamos y empezamos a disfrutar. La renuncia mental
nos permite salir a la vida y jugárnosla.
Otro ejemplo de que no
necesitamos nada para ser felices son las monjas de clausura, no tienen nada
pero son muy felices. Si que tienen paz interior, gran dedicación a la
espiritualidad, una gran amistad, hacen muchas cosas pero a un ritmo agradable,
disfrutando… Son verdaderas profesionales de la renuncia. Nosotros tenemos que
practicar la renuncia aún con más fuerza que los religiosos porque tenemos más
a mano las necesidades y podemos caer en ellas más fácilmente.